viernes, 9 de mayo de 2014

El Entrenador como principal agente de Motivación

Cuando pensamos en la figura entrenador muchos de nosotros lo consideramos como el agente fundamental dentro del marco deportivo responsable de generar un óptimo desarrollo de la motivación del deportista.
Este artículo parte de esta premisa y su objetivo no es otro que provocar, de nuevo, un toque de atención sobre aspectos seguramente conocidos por parte de los entrenadores para estimular la motivación de los deportistas pero, a veces, quizá por razones de peso incluso, olvidados.
¿Dónde radica la clave de la motivación? Principalmente en conocer por parte del entrenador con la mayor exactitud posible a su deportista o su equipo. Conocer su realidad y su marco de referencia más próximo. Así como en plasmar adecuadamente las técnicas y herramientas que desde tiempo atrás han visto probado su éxito en cuanto a motivación de personas se refiere.
Como se acaba de mencionar, una de las primeras cuestiones a reflexionar cuando pensamos en motivación es la individualización. Conocer y particularizar en cada deportista los motivos que incrementan el ánimo para seguir mejorando en su desempeño profesional. Interesante sería, además, que el deportista percibiera que se le presta esa atención concreta por parte de su entrenador. La sensación que provoca el sentirnos únicos por parte de nuestro responsable nos acerca significativamente a la motivación.
La comunicación entre entrenador y deportista debe afianzarse sobre la base de una escucha sin juicios previos ni barreras. El objetivo es fomentar una relación abierta y sincera basada en la empatía y en la crítica constructiva como factor de crecimiento profesional y, por supuesto también, personal del deportista. Valoremos la posibilidad de lo que se podría conseguir si tras la realización, por ejemplo, de un ejercicio técnico o táctico por parte del deportista, el entrenador diera paso a un comentario verbalmente expresado en dónde se expusiera los logros alcanzados por aquel y las recomendaciones pertinentes por parte del entrenador para solventar las dificultades aparecidas en el ejercicio. ¿No mejoraría esto el rendimiento y el desarrollo exponencial por tanto, de la motivación?
Imaginemos además que el deportista tiene la libertad, dentro de los criterios lógicos, de realizar aportaciones personales que a su vez son tenidas en cuenta por su entrenador que pudieran contribuir a seguir mejorando en las áreas críticas marcadas ¿No generaría esto un sentimiento positivo cuyo impacto, nuevamente, se traduciría en un incremento de la motivación?
Vayamos un paso más, donde el entrenador expone públicamente los puntos fuertes de su deportista, ya sean estos referidos a sus cualidades físicas, técnicas o de personalidad para reforzar la autoimagen del deportista, en caso de que fuera necesario. Que a través de sus mensajes verbales, el entrenador pudiera servir de espejo al deportista. Un espejo donde verse con realismo pero como una persona valiosa para su federación o club. No sólo como simple receptor pasivo sujeto a las presiones o insultos u ofensas por parte de su entrenador aunque su realización sea con un fin positivo, mejorar su rendimiento. Eliminemos la utilización de refuerzos negativos como práctica habitual.
Pensemos en el “efecto Pigmalion” y los números estudios que abalan este concepto. La imagen que un entrenador se construye de un deportista determina su comportamiento y sus resultados. Altas expectativas por parte del entrenador pueden servir de mensaje claro al deportista de que él tiene las competencias suficientes para llevar a cabo la tarea requerida. Atención a nuestra conducta como entrenadores cuando desde el inconsciente se trasmiten al deportista bajas expectativas o desconfianza hacia la mejora de su rendimiento porque probablemente forme parte de una profecía cumplida, según se plantea desde este efecto.
Por lo tanto, es fundamental el conocimiento del entrenador de la dinámica del deportista como ser humano y asumir su rol fundamental para la motivación. Es su responsabilidad, no sólo la mejora de la técnica, la táctica o la mejora física del deportista, sino también el desarrollo de herramientas y técnicas que lleven a su entrenado al máximo de su rendimiento deportivo.
Por Mª José Alaminos.
Coach deportivo y ejecutivo, miembro AECODE.


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